Parecía que teníamos un plan...
Nos pusimos como locos a mirar qué hacer para mejorar nuestras condiciones de vida. Nos reunimos en grupos, hicimos asambleas, comenzamos a pensar por cuenta propia. Construimos máquinas, hicimos cálculos, dimos con las proporciones propias de la naturaleza: la proporción aurea, la secuencia de Fibonacci, las quintas de Pitágoras, la cuadratura del círculo, los números primos. La palanca necesaria para mover todo un mundo.
Nos entretuvimos dando vueltas al origen de las cosas, y permitimos muchas veces que otros se sintiesen poderosos dandoles la satisfacción de nuestra muerte terrenal, del fin de las capacidades de uno solo que, en su gran mayoría, jamás trascendieron. Las cantidades de seres humanos que han muerto en balde por pertenecer a tiempos y espacios hostiles, dominados por hombres con armas y dinero... jamás les perdonaremos a esos que frenaran el avance de todos. En la historia se les vio como poderosos, y solo a los que les veían como poderosos se les dejó sobrevivir. Las religiones, al final, explican eso: como los poderosos eligieron una historia explicando cosas que no se entendían para que el populacho no diese tanto por saco.
Parecía que teníamos un plan, el plan de ser mejores, de hacer las cosas más sencillas y fáciles para los que vinieran después de nosotros. Hoy vivimos en un tiempo en el que bien te puedes manifestar mientras otros entran en el casino riendose en la cara de aquellos que luchan, siempre con respeto, siempre con lejanía. Los saciados, los que se quedan la riqueza que necesitamos entre todos para avanzar, para seguir adelante. Nos frenan: se lo gastan, se lo queman, nos explotan. Limpiamos su mierda permitiendo que ensucien más y más cada día la historia de una humanidad con la que no pretenden conectarse: los demás estamos aquí para ellos, y si sobramos, ellos nos encuentran reemplazo.
Porque lo más grandioso del ser humano, hasta hoy, es su permanencia en el equilibrio, en la homeostasis, en la vida, a pesar de otros, que nos desequilibran, nos quitan recursos para vivir, y nos matan.
Parecía que teníamos un plan, porque parecía que hacíamos cada vez más cosas para ir juntos hacia el mismo camino. Hoy día te cruzas con un grupo de ultras religiosos en los que un chaval soslaya "¿Dónde está lo militar?" y te das cuenta de que no, no avanzamos. Que las televisiones, las redes sociales, la masificación de la información, no era nada sin el componente humano más importante: la capacidad de sorprenderse a si mismo mediante la realización de sus curiosidades más sanas, de sus pasiones más constructivas, de aquello que trasciende al uno y convierte al uno en parte del todo.
Tiempos de fascismo son aquellos en los que la preocupación mayor del ciudadano medio es que su vida es insegura, que hay gente mala que quiere hacerle daño. Tiempos de fascismo son en los que los gobernantes ceden dádibas a los ciudadanos solo cuando ven en riesgo su puesto, y no por el mayor progreso social posible. Tiempos de fascismo son cuando la mayoría social se acostumbra a pedir limosna, y el religioso se alía con el gobernante para suplir los derechos de las personas con su asistencia, forzando al ciudadano a creer en el poder de otros por encima de si mismo, haciendole sentir incapaz.
Tiempos de fascismo son cuando nos damos cuenta de que parecía que teníamos un plan, pero el plan lo tenían ellos...
Nos entretuvimos dando vueltas al origen de las cosas, y permitimos muchas veces que otros se sintiesen poderosos dandoles la satisfacción de nuestra muerte terrenal, del fin de las capacidades de uno solo que, en su gran mayoría, jamás trascendieron. Las cantidades de seres humanos que han muerto en balde por pertenecer a tiempos y espacios hostiles, dominados por hombres con armas y dinero... jamás les perdonaremos a esos que frenaran el avance de todos. En la historia se les vio como poderosos, y solo a los que les veían como poderosos se les dejó sobrevivir. Las religiones, al final, explican eso: como los poderosos eligieron una historia explicando cosas que no se entendían para que el populacho no diese tanto por saco.
Parecía que teníamos un plan, el plan de ser mejores, de hacer las cosas más sencillas y fáciles para los que vinieran después de nosotros. Hoy vivimos en un tiempo en el que bien te puedes manifestar mientras otros entran en el casino riendose en la cara de aquellos que luchan, siempre con respeto, siempre con lejanía. Los saciados, los que se quedan la riqueza que necesitamos entre todos para avanzar, para seguir adelante. Nos frenan: se lo gastan, se lo queman, nos explotan. Limpiamos su mierda permitiendo que ensucien más y más cada día la historia de una humanidad con la que no pretenden conectarse: los demás estamos aquí para ellos, y si sobramos, ellos nos encuentran reemplazo.
Porque lo más grandioso del ser humano, hasta hoy, es su permanencia en el equilibrio, en la homeostasis, en la vida, a pesar de otros, que nos desequilibran, nos quitan recursos para vivir, y nos matan.
Parecía que teníamos un plan, porque parecía que hacíamos cada vez más cosas para ir juntos hacia el mismo camino. Hoy día te cruzas con un grupo de ultras religiosos en los que un chaval soslaya "¿Dónde está lo militar?" y te das cuenta de que no, no avanzamos. Que las televisiones, las redes sociales, la masificación de la información, no era nada sin el componente humano más importante: la capacidad de sorprenderse a si mismo mediante la realización de sus curiosidades más sanas, de sus pasiones más constructivas, de aquello que trasciende al uno y convierte al uno en parte del todo.
Tiempos de fascismo son aquellos en los que la preocupación mayor del ciudadano medio es que su vida es insegura, que hay gente mala que quiere hacerle daño. Tiempos de fascismo son en los que los gobernantes ceden dádibas a los ciudadanos solo cuando ven en riesgo su puesto, y no por el mayor progreso social posible. Tiempos de fascismo son cuando la mayoría social se acostumbra a pedir limosna, y el religioso se alía con el gobernante para suplir los derechos de las personas con su asistencia, forzando al ciudadano a creer en el poder de otros por encima de si mismo, haciendole sentir incapaz.
Tiempos de fascismo son cuando nos damos cuenta de que parecía que teníamos un plan, pero el plan lo tenían ellos...
Por: Manuko | Fecha: 30/04/2018 04:13
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